La trampa de la compra de segunda mano: fabricantes utilizan táctica para limitar funciones de productos y evitar la competencia

La trampa de la compra de segunda mano: fabricantes utilizan táctica para limitar funciones de productos y evitar la competencia

En el mercado de consumo, la compra de segunda mano se ha convertido en una práctica común entre los consumidores que buscan ahorrar dinero y reducir los residuos electrónicos. Sin embargo, una serie de fabricantes han comenzado a utilizar una táctica controvertida para limitar las funciones de sus productos y evitar la competencia en el mercado de segunda mano. Esta práctica, conocida como limitación de funcionalidades, implica que los fabricantes desactivan o restringen ciertas características en sus productos para que no sean compatibles con la compra de segunda mano. De esta manera, los consumidores que compran productos de segunda mano se ven obligados a comprar productos nuevos, lo que beneficia directamente a los fabricantes.

La trampa de la compra de segunda mano: fabricantes limitan funciones de productos para evitar la competencia

La polémica decisión de Happiest Baby, fabricante de la cuna inteligente Snoo valorada en casi 1.700 dólares, ha generado un gran debate sobre las prácticas comerciales que podrían acabar extendiéndose a otras marcas y sectores. La empresa ha puesto en marcha una controvertida estrategia: limitar las funciones premium de sus dispositivos cuando los compran de segunda mano.

Esta medida afecta básicamente a aquellos que se hacen con una de estas cunas, que ya están usadas. Ahora deben pagar una suscripción mensual de 20 dólares para acceder a características que antes eran gratuitas. Aunque las funciones básicas de Snoo siguen estando disponibles para todos los usuarios, el paquete premium incluye algunas que muchos consideran importantes, como el "modo de viaje en coche", configuraciones de respuesta y seguimiento del sueño.

La reacción de los consumidores ha sido tajante. En la Play Store, la aplicación de Happiest Baby ya cuenta con todo tipo de críticas negativas, reduciendo su calificación a 1,4 estrellas. Los usuarios no solo se quejan de este plus a pagar, sino que también comentan que la app es un desastre.

Un caso similar: Peloton y su tarifa de activación

Un caso similar es el de Peloton, fabricante de bicicletas estáticas de alta gama. La marca ha anunciado la implementación de una tarifa de activación de 95 dólares para equipos usados. Aunque en este caso las funciones del dispositivo no se ven reducidas, los compradores de segunda mano se tienen que pagar un poco más antes de poder utilizar la bicicleta.

La tarifa de activación incluye un ajuste virtual personalizado, acceso al historial del equipo usado y descuentos en accesorios y repuestos. Peloton afirma que "el mercado secundario es importante y continuará mejorando la experiencia del miembro". Sin embargo, es claro que esta tarifa es muy provechosa para la empresa, que actualmente genera el 16% de sus ingresos por suscripción.

Los compradores de Peloton usados, que antes podían encontrar bicicletas por tan solo 500 dólares, ahora deberán tener en cuenta este coste extra de 95 dólares, además de la suscripción mensual de 45 dólares para tener acceso a la biblioteca de entrenamientos digitales.

¿Qué consecuencias tendrán los consumidores?

La pregunta es si otras marcas seguirán este ejemplo. ¿Cómo afectará esto a los consumidores que buscan opciones más baratas pero que tengan también tecnología? La tendencia de limitar funciones o imponer tarifas extra a productos de segunda mano puede generar un gran impacto en el mercado de la tecnología.

Los consumidores que buscan opciones más asequibles pueden verse afectados por esta práctica, ya que pueden tener que pagar más por productos usados que antes eran más baratos. Además, esta tendencia puede generar una mayor desconfianza en las marcas y una mayor presión para que los consumidores compren productos nuevos en lugar de usados.

Es importante que los consumidores estén informados y se tomen medidas para proteger sus derechos como compradores. La regulación de estas prácticas comerciales puede ser necesaria para evitar que las empresas abusen de su poder y afecten negativamente a los consumidores.